Mi maestro 

Llegó a trabajar en Nueva York. Siempre me lo recuerda y yo le pregunto por esa historia como si nunca la hubiera escuchado. Y él me la cuenta como si fuera la primera vez. Así es Leo, siempre actuando, siempre desatado. Un actor de pies a cabeza que hace tiempo ya que no tiene un papel decente. Pero Leo ha sido maestro de muchos actores jóvenes. Yo, el primero.

El mundo de la interpretación es un ambiente complicado, con muchas amistades estrechas, pero también muchas envidias y bastante endogamia. Leo siempre me dijo que me buscara buenos amigos de fuera del mundillo, porque si trabajas de actor y vives como actor necesitas un soplo de aire fresco. Él sabe de lo que habla porque acabó tan cansado de el lado oscuro de su trabajo que tuvo que retirarse una temporada.

Leo fue el que me recomendó que hiciera el Master en Interpretación Audiovisual en Madrid. Pese a que él siempre se ha declarado autodidacta lamenta no haber estudiado cuando pudo y dormirse en los laureles. Cuando todo le iba bien tiró para adelante pensando que nunca le iba a faltar trabajo. Influyó mucho su estancia en Nueva York. Lo pasó más que bien trabajando y viviendo una experiencia única. Fueron dos años espectaculares según él y cuando volvió a Madrid pensó en que se iba comer el mundo. Y así fue durante los primeros años, pero luego la cosa cambió.

Uno de los consejos que me ha dado es que un buen actor debe ser suficientemente versátil para abrirse camino en diferentes situaciones. Por eso me anima a cursar el Máster en Interpretación Audiovisual en Madrid. Yo estoy empezando y aunque ya voy consiguiendo algunos papeles me falta mucho para asentarme en el negocio. 

Un buen actor debe estar preparado para una escena cómica, para bailar al día siguiente y para presentar un programa una semana después. Nunca se sabe dónde puede estar el trabajo, no vaya a ser que después te quedes sin él por querer hacer siempre lo mismo. Leo sabe de lo que habla.