Un ático con terraza es un verdadero sueño, pero en algunos casos los constructores parecen querer convertirlo en una pesadilla de convivencia con los vecinos. En lugar de colocar una separación que ofrezca algo de intimidad se limitan a poner tan solo un bordillo que sirve de linde entre las propiedades, pero poco más. En cierto modo, estarás viviendo con el vecino porque ese bordillo no impedirá que veas todo lo que pasa en su terraza y él en la tuya. Y si hay niños por medio, limitarlos con ese bordillo es una tarea prácticamente imposible, por no hablar de perros o gatos que andarán de una propiedad a otra como si tal cosa.

Un cierre puede salir muy caro, especialmente si el vecino colindante no ve la necesidad del mismo y no quiere pagarlo a medias a pesar de que ambos disfrutaríais del mismo. Por eso, hay que buscar salidas intermedias que salgan muy bien de precio y que te permitan tener más intimidad.

Las cubiertas bajas para terraza pueden ser una solución, consiguiendo una que tenga una altura permitida por la comunidad y que te ayude a separarte de tu vecino. A partir de ahí, todo pasa por colocar en la parte interior de la misma un cierre verde de gran altura. Este tipo de cierres artificiales están siempre permitidos, en primer lugar, porque lo estás colocando en tu zona propiedad y en segundo lugar, porque no es algo permanente, es decir, se puede quitar en cualquier momento.

Así, tendrás intimidad en tu casa y también impedirás que puedan entrar a tu terraza animales que no son de tu propiedad o que los tuyos puedan irse a casa de un vecino en un descuido con ellos.

Es importante señalar que si el cierre no se pone de conformidad con ambas partes no puedes obligar a tu vecino a que lo pague, pero será de tu exclusiva propiedad. Esto quiere decir que tus vecinos no podrán usarlo para colgar cosas o para ningún otro fin. Le quitarán el provecho de que ellos también tendrán su intimidad, pero no pueden hacer nada más para beneficiarse del mismo. En cualquier caso, lo mejor es que los cierres vayan siempre dentro de la propiedad de quién los coloca, es decir, de la mitad del linde hacia adentro sin tocar la mitad del linde del vecino de planta.