Talentos ocultos 

Si el mundo siguiera mi ejemplo, quizás seguiríamos en la Edad Media. Dicen que el ego es uno de los acicates de la creatividad, que sin orgullo el ser humano no hubiera logrado muchos de los retos que han cambiado la historia de la humanidad. Lo llaman ambición, inquietud, deseo, pero en el fondo tiene mucho que ver con el anhelo de llegar más lejos que otros, de superar a tus héroes, de pasar a la historia. Pero yo falté a clase el día que explicaban lo del ego, y carezco de él, así que nunca he sentido deseo de superar a nadie, especialmente a mí mismo.

Así que tampoco he prestado nunca mucha atención a mis presuntos talentos si es que los tengo. Terminé estudiando Literatura porque era lo que menos me disgustaba y me dediqué a escribir sin mucha pasión y los trabajos más o menos humildes fueron llegando hasta que una Agencia de comunicacion se cruzó en mi camino. 

Un amigo trabajaba en una agencia y me hablaba a veces de su trabajo que me parecía bastante interesante: se asemejaba bastante a la poesía, pero llevada a la publicidad. Debía escribir pequeñas frases que ilustraran un mensaje con la menor cantidad de palabras posibles. Y un día coincidí en su casa mientras le daba vueltas a un proyecto y me pidió consejo. Me puse en frente de su pizarra, donde colgaba sus ideas, fotos y demás y le cambié totalmente el eslogan en el que estaba trabajando. Quedó con los ojos como platos y me dijo que tenía que dedicarme a esto. 

No quise perjudicarlo (ni él quiso que lo perjudicara) y firmó el trabajo como suyo a cambio de conseguirme contactos en alguna Agencia de comunicación. Él me hizo casi de representante y me pusieron a prueba en una agencia. A la semana ya me habían contratado. Me parecía el trabajo más sencillo del mundo: se me ocurrían frases sin mucho esfuerzo y aunque, por supuesto, no siempre eran aceptadas parece que se había destapado mi talento oculto. Un día tal vez monte mi propia agencia, pero sin prisa, que no me esperan en ninguna parte.