Limpiadoras 

Si hace unos años me dicen que iba a tener que contratar una limpiadora para mi casa me hubiese echado a reír. ¡Yo convertido en burgués! En los últimos años yo me encargaba de la limpieza de la casa porque mi mujer trabaja más tiempo fuera. Claro que no soy un limpiador profesional ni le dedicaba el tiempo que se merecía. ¿Resultado? No muy bueno. 

Una vez que la familia se amplía y con ello la casa, que casi dobla en metros cuadrados los de las anteriores, el asunto se complicaba mucho. Aun así, intenté seguir encargándome yo de la limpieza. Hay cosas que no se me dan mal: me gusta limpiar baños, ventanas, las persianas venecianas de madera que tenemos en casi toda la casa, etc. Pero con la cocina tengo problemas: se ensucia muchísimo y no hay manera de tenerla limpia sin revisarla a diario. 

Así las cosas, y sobre todo por la falta de tiempo, nos vimos obligados a contratar una limpiadora. Yo soy el que tiene que tratar con ellas… y no sé me da muy bien. Tampoco puedo generalizar porque hasta ahora solo he tenido tres, pero en un año ya he cambiado dos veces. El problema de la primera era la impuntualidad. Además, daba excusas surrealistas para llegar tarde, tipo el perro se me ha comido los deberes y cosas así… Lo de la segunda era ya preocupante: quería ser un miembro más de la familia y tener todo tipo de derechos, en un mes me vi dándole un riñón a su abuelo.

En cuanto a la limpiadora actual no estoy descontento. Hoy mismo se ha ofrecido para limpiar las ventanas y las persianas venecianas de madera. Las limpiadoras no suelen hacer estas cosas si van justas de tiempo, o al menos no lo hacían las anteriores. Pero no la entiendo bien cuando me habla y me explica cosas. Me ha dicho que tiene que llegar tarde (o algo así) las próximas semanas pero no entiendo la razón. Además, me ha dejado con la palabra en la boca mientras yo le hablaba. A veces pienso en volver a limpiar yo mismo, pero no daría abasto. Habrá que acostumbrarse a ser burgués.