Aislados del mundanal ruido 

Todo el mundo me dijo que era una locura meterse en un estudio de grabación, pero no se me ocurría otra cosa mejor que hacer. Al fin y al cabo, la mayor parte de las personas tenemos unas habilidades limitadas: sabemos hacer bien dos o tres cosas y ya está. Admiro a toda esa gente que es capaz de escribir una tesis sobre física cuántica y, además, son unos cracks del bricolaje. Pero en mi caso, apenas puedo decir que se me da bien la ingeniería de sonido. Y tampoco es que sea muy bueno… pero es lo que hago.

Me curtí desde muy joven por mi afición a la música y a grabar la música de la gente que conocía. Tengo una formación autodidacta, no he pasado por la universidad, pero no me ha ido mal. De cualquier manera, llegó un momento en que me cansé de trabajar para otros y empecé a pensar en la posibilidad de poner mi propio estudio. ¿El problema? El coste.

Así que me puse manos a la obra, nunca mejor dicho, traté de aprender lo posible sobre habilitación de locales para estudio de grabación y contacté con algunos colegas manitas que me ayudaran por la voluntad y tal vez unas cervezas al final de la jornada de trabajo. El local no me costó nada porque usé uno que había heredado en el extrarradio de la ciudad y que había sido usado como almacén. Pero había que aislarlo y habilitarlo. Uno de mis ‘operarios’ me recomendó usar Servicios Insuflados de celulosa y lana mineral para aislar el local adecuadamente, uno de los aspectos clave.

No quería un estudio muy grande pero sí necesitaba al menos tres salas diferenciadas, dos para grabar y una para los controles que hiciera también las veces de zona de estar. Sé por experiencia que los grupos se quejan a menudo de la incomodidad de los estudios y quería que el mío no tuviera ese problema.

A nivel técnico, con los Servicios Insuflados de celulosa y lana mineral el tema de la insonorización quedó plenamente conseguido. Y en cuanto a lo demás, he recibido bastantes parabienes de mis clientes, pero aún queda mucho trabajo por hacer…