Cerramientos para tu hogar: tipos, ventajas y precios

¿Te has sorprendido alguna vez mirando por la ventana de tu salón y has pensado: “¡Cuánto frío! Si tuviera un espacio más resguardado…”? Es probable que si vives en el norte, donde las lluvias y las brisas hacen de las suyas, los cerramientos en Lugo sean la primera frase con la que te topes en cualquier charla vecinal sobre reformas. Al fin y al cabo, ¿quién no sueña con una terraza utilizable todo el año, sin importar si el clima parece sacado de una novela de suspense gallega? Aquí te traigo todo lo que necesitas saber, contado con ese toque humorístico que hace más llevadera la maraña de presupuestos, materiales y opciones.

Vamos a ponerle nombre a lo que todos codiciamos: transformar balcones desangelados y porches olvidados en pequeños oasis donde puedas desayunar mientras escuchas la lluvia, o montar un improvisado gimnasio sin que los vecinos sean tus testigos involuntarios (sí, Nacho, hablamos de tus sentadillas matutinas).  Los cerramientos no solo aumentan la habitabilidad, sino que también elevan el caché de tu vivienda y multiplican su practicidad. Imagina unos metros extra sin tener que pedir permiso para mudarte; mejor imposible, ¿no?

Pero claro, lanzarse a la aventura del cerramiento no es cuestión de poner cuatro cristales y esperar a que la magia suceda. Aquí es donde surge la eterna duda: ¿aluminio, PVC, madera o vidrio? En ese momento, tu presupuesto empieza a sudar y tu cabeza a barajar escenarios dignos de una película de Spielberg. El aluminio es ligero, duradero y resiste los envites climáticos gallegos como un campeón; el PVC presume de ser aislante y económico —perfecto si tu principal objetivo es que la calefacción no se escape volando con el viento—; la madera aporta ese toque cálido y noble, aunque exige más mimos que un gato persa. El vidrio, por otro lado, es la opción estrella si eres de los que quieren sol a raudales y vistas despejadas… aunque también tendrás que ponerle ojitos al presupuesto.

Mientras piensas qué material se adapta mejor a tu casa y a tu bolsillo, la versatilidad juega a tu favor. Puedes encerrar una terraza y convertirla en despacho (adiós, excusas para no teletrabajar), crear un comedor auxiliar con vistas o, si tienes niños, erigir la famosa “habitación de los juguetes” y dejar el salón libre de piezas de Lego bajo tus pies. Los cerramientos, además, resuelven uno de los mayores fastidios urbanos: el ruido. Si vives junto a una calle transitada o tienes vecinos que combinan la afición al reguetón con la jardinería nocturna, un buen acristalamiento te permitirá mirar la vida con una sonrisa zen.

No podemos pasar por alto el efecto de estos espacios en el gasto energético. Un aislamiento eficaz significa menos frío en invierno y menos calor en verano, así que, más que un gasto, es una inversión con cara de ahorro en las facturas. Además, te sentirás un poco más ecológico, presumiendo de huella energética reducida mientras saboreas tu café en tu “nueva” estancia. Por supuesto, la instalación influye en el precio final: un cerramiento sencillo sale mucho más a cuenta que uno perimetrado en vidrio de alta gama, heredero de la opulencia de los invernaderos victorianos.

¿Cuánto cuesta convertir ese balcón olvidado en un rincón protagonista de tu hogar? Los precios son tan flexibles como el uso que quieras darle al espacio. Dependen del tamaño, los materiales elegidos, la complejidad del diseño o incluso del color que te apetezca lucir en tu carpintería. Por lo general, puedes encontrar opciones modestas desde 700-800 euros el metro cuadrado en materiales básicos de PVC, mientras que los acabados premium con vidrio templado y persianas motorizadas pueden elevar la cifra por encima de los 1.500 euros por metro cuadrado. Si le sumas extras como protección solar, cristales de seguridad o esos pequeños lujos tecnológicos tan tentadores, ya sabes: el cielo es el límite, pero también la imaginación.

Luego está el quid de la cuestión burocrática. No está de más recordar que, a gusto de ayuntamientos y comunidades de vecinos, algunos proyectos requieren permisos específicos o revisiones de la estética del edificio. Por muy genial que sea tu futura sala chill out, tus ideas tendrán que pasar primero por el filtro del papeleo y la convivencia (y, en ocasiones, lidiar con ese vecino que piensa que decora mejor una terraza que tú).

Si después de leer esto, te has descubierto fantaseando con cortinas nuevas para ese espacio extra, quizá ha llegado el momento de ponerte serio e investigar más a fondo. Invertir en crear un pequeño refugio no solo te hará la vida más cómoda, también dará mucho de qué hablar en las reuniones familiares, sobre todo cuando tus cuñados se pregunten cómo has convertido el clima gallego en tu mejor aliado. Pues sí: a veces, la felicidad cuesta menos de lo que imaginas… y cabe justo detrás de una ventana bien elegida.